Thursday, February 17, 2005

The Wanderer



Doy nacimiento a un nuevo post en este querido blog. Considérese un regalo conjunto hacia la adorable dueña del mismo y a los bien ponderados lectores, varios de los cuales tenemos el lujo de compartir.
Decenios atrás, en alguna de las arenosas dunas del Sahara, una hostigante noche de verano se imponía causando con su calor infernal la desesperación de un viejo errante que se había perdido entre ciudades. En ese momento, el anciano hubiera dado cualquier cosa, inclusive su alma, por un sorbo de agua. Su piel arrugada se retorcía y bajo las gruesas cejas revoloteaban los ojos en completa locura.
Parecía como si verdaderamente alguien estuviera persiguiéndolo. Ya había olvidado de donde venía y hacia donde iba.
Sus fuerzas eventualmente se agotaron y cayó de bruces sobre la arena. Apretó con su mano un puñado del ingrato poder que había ya casi quitádole la vida. Murmulló algo ininteligible en la oscuridad y perdió la conciencia.
La mañana siguiente, el anciano despertó. Le costó salir del asombro que le había producido el saber que aún vivía. O no? Estaba muerto? Comenzó a caminar. Caminó mañana, tarde y noche, sorprendido por el hecho de sentir fuerzas renovadas pero al mismo tiempo no sentirlas.
Caida la noche, durmió otra vez. Despertó la mañana siguiente, y el ciclo se repitió una vez más.
El anciano comprendió que no estaba muerto, pero tampoco vivo. Habíase fundido con el paisaje. La naturaleza le había revelado su eterno secreto, y ahora estaría condenado a vivir con ella hasta el fin de los tiempos!
Desde ese entonce, se han oído muchas historias acerca del "errante de las dunas". Viajeros han clamado que por las noches se lo escucha gimotear y murmullar, pidiendo agua.
Conozco algunas personas que a veces se sienten como este anciano -quién de nosotros no se ha sentido así alguna vez?-, y a ellas quiero recordarles que el agua existe y hacerse con ella es posible! Sólo hay que buscarla sin desesperación, pero tampoco sin rendirse. Sed pacientes. Hace bella a la vida que algunas cosas se hagan esperar.

No os fundais con el paisaje, oh, criaturas celestes! Él es vuestro servidor y deben imponerse ustedes ante él. Estrujadlo hasta que broten las preciosas gotas, seguid estrujándolo, y sentirán la gran cascada empapándolos de felicidad!

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